lunes, 25 de febrero de 2013

TREMENDA REALIDAD


El poder adquisitivo de nuestro salario FNMT se ha ido reduciendo progresivamente desde 1980, año de aplicación del Estatuto de los Trabajadores. Esta reducción se ha ido acelerando hasta llegar a la situación actual, con el agravante de que al mismo tiempo también nos han ido incrementando la presión fiscal. Por lo que la reducción de nuestro poder adquisitivo real ha sido todavía mucho mayor.

En el cuadro anterior se muestra la evolución del valor equivalente a un euro cobrado en 1980 y su revalorización en nuestra nómina.

Si nos hubieran aplicado durante todos estos años las cláusulas de mantenimiento del poder adquisitivo, cada año se nos hubiera aplicado una subida igual al IPC. Ahora cobraríamos 4,75 euros por cada euro (166,386 ptas.) de aquel entonces. Vemos pues que durante todo este periodo se han reído de nosotros tanto los sucesivos gobiernos socialistas como los populares.

La bonanza económica ha significado como mucho el mantenimiento del poder adquisitivo no más allá de dos años consecutivos. Podemos afirmar por ello que desde 1980 los trabajadores de la FNMT nos encontramos en crisis permanente.



Continúan prácticamente las mismas políticas, las mismas inercias, las mismas palabras, unas más afiladas que otras. Todo se convierte en una mentira dicha por aquellos que quieren conseguir el pan con el que alimentar a tanto chorizo (auténticos recaudadores de impuestos).

Pero volvamos a la FNMT y echemos un vistazo. Ahora, nuestro poder adquisitivo es menor, pero producimos mucho más siendo muchos menos. Nuestra productividad ha crecido a la par que nuestro poder adquisitivo mermaba.

Es vergonzoso que desde las distintas direcciones se regateen niveles y al mismo tiempo se realicen inversiones enormes en adquisición de maquinaria que después no tiene salida.

Esas mismas direcciones que continúan año tras año, en las que no se perciben exigencias claras de ningún tipo de responsabilidad para el beneficio de sus respectivos departamentos, que no ejercen ninguna función de liderazgo frente a sus propios trabajadores, que no hacen nada por nadie salvo en su propio interés. ¿Esas direcciones son nuestra garantía de futuro?


Bien es cierto que no todos son iguales, algún directivo sí funciona. Pero todos sirven cuando llega un nuevo director, elegido por afinidades políticas, que debe ajustarse al guion ideológico que le imponen sus mentores.

Es con esas direcciones, es con esos gobiernos con los que nuestro poder adquisitivo merma y nuestras condiciones de trabajo se precarizan. Si a eso le añadimos los impedimentos de todo tipo, incluso entre trabajadores, para que la presión fiscal que sufren nuestros salarios no disminuya, obtenemos el siguiente cuadro evolutivo de nuestra capacidad adquisitiva: