En IMBISA solo han ganado los de siempre. Una Dirección cada vez más lejana y jerárquica, en su torre de marfil. El abanico salarial no ha dejado de abrirse desde el minuto uno, y la masiva salida de Convenio de la cadena de mandos ha consolidado una estructura clasista, un modelo autoritario de (mala) gestión.
En talleres, los continuos ciclos de temporalidad obligan a dar una formación no reconocida y duplicar trabajos, una y otra vez. Las promociones se teledirigen mediante superiores categorías que son auténticas carreras profesionales. La experiencia ha dejado de ser un valor y las personas antiguas están cada vez más apartadas. El nepotismo salta a la vista.
Esta situación no solo no se corrige, sino que se agrava día a día, sin ningún tipo de medida paliativa.
En talleres no existe la menor flexibilidad, ni de horario, ni de turnos ni de jornada. Los cambios de turno o las jornadas nocturnas se aplican sin diálogo ni lógica. Ni siquiera se nos permite salir a la calle ni acceder a la cafetería en nuestro horario de descanso. Disciplinas absurdas del siglo XIX.
Como proyecto de empresa hemos entrado en una dinámica peligrosa al no querer construir un polo público estable y consolidado con la Casa de la Moneda. Parecemos enemigos que se autodestruyen para regocijo de intereses ajenos.
IMBISA y la FNMT deben alcanzar acuerdos de colaboración para ofrecer una oferta de servicio público conjunta tanto a nivel europeo como global. Esto es perfectamente posible en lo legal, necesario en lo empresarial, e imprescindible en lo social. Es la lógica y el sentido común de las trabajadoras/es y la ciudadanía.
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