TEST DE INMUNIDAD, CONCILIACIÓN Y TELETRABAJO
Los pasos dados hasta la fecha en la Fábrica han sido prudentes, generosos y sensatos. Sin embargo, de cara a la desescalada se percibe cierta prisa, el arrinconamiento del problema sanitario y una vuelta a los criterios “antiguos” de gestión, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo. Pero estamos en un nuevo escenario, cambiante, sin certezas claras y con la posibilidad de rebrotes de la pandemia.
La vuelta a la actividad presencial generalizada no puede estar basada únicamente en las necesidades de nuestros clientes y en las disposiciones genéricas, salvo que alguien olvide el carácter de la Fábrica. Hay que pisar terreno firme, no dejar a nadie atrás y ampliar las capacidades para desarrollar nuestras labores de forma segura, no solo en esta fase del proceso sino preventivamente, ante las previsibles réplicas y posteriores oleadas. ¿Es aceptable un escenario en el que un taller o una oficina cualquiera tuviera que ser cerrado por COVID-19? No podemos olvidar que la Fábrica tiene una plantilla relativamente envejecida y por tanto afectada por los esfuerzos de una larga carrera profesional.
A pesar del debate sobre los rangos de fiabilidad de los test para detectar personas inmunizadas, pocas son las alternativas a esta opción, salvo sencillamente no hacer nada. La vuelta al trabajo presencial se debe realizar sobre la base de conocer el estado inmunológico de quienes vuelven.
Las personas que no puedan realizar sus labores u otras sustitutorias por necesidades de conciliación, han de verse cubiertas con permisos retribuidos no recuperables durante todo el periodo que necesiten. Previsiblemente durante varios meses los centros educativos van a estar cerrados, las abuelas/os en confinamiento preferente, las comunicaciones limitadas, y los servicios de cuidado de menores o mayores muy mermados. A los compañeros/as en estas circunstancias no se les debe exigir cargar a sus espaldas esta situación de fuerza mayor.
La situación del teletrabajo es francamente decepcionante. A pesar de haberse duplicado los equipos disponibles, hasta aproximadamente 150, esto es muy escaso para hacer frente a la actividad técnico-administrativa necesaria para la vuelta a la actividad. La debilidad de los medios y las infraestructuras disponibles debe ser resuelta lo antes posible. No solo para permitir la conciliación y aumentar la seguridad sanitaria durante la reactivación, sino para estar preparados ante nuevas oleadas del virus. Se necesitan como mínimo el doble de puestos en teletrabajo, aunque en nuestra opinión lo óptimo sería contar con al menos 500. Sin olvidar la necesaria capacidad tecnológica de comunicaciones y el soporte técnico que les puedan dar servicio.
En estos sentidos no vemos que la Dirección esté evaluando adecuadamente la situación.
Los pasos dados hasta la fecha en la Fábrica han sido prudentes, generosos y sensatos. Sin embargo, de cara a la desescalada se percibe cierta prisa, el arrinconamiento del problema sanitario y una vuelta a los criterios “antiguos” de gestión, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo. Pero estamos en un nuevo escenario, cambiante, sin certezas claras y con la posibilidad de rebrotes de la pandemia.
La vuelta a la actividad presencial generalizada no puede estar basada únicamente en las necesidades de nuestros clientes y en las disposiciones genéricas, salvo que alguien olvide el carácter de la Fábrica. Hay que pisar terreno firme, no dejar a nadie atrás y ampliar las capacidades para desarrollar nuestras labores de forma segura, no solo en esta fase del proceso sino preventivamente, ante las previsibles réplicas y posteriores oleadas. ¿Es aceptable un escenario en el que un taller o una oficina cualquiera tuviera que ser cerrado por COVID-19? No podemos olvidar que la Fábrica tiene una plantilla relativamente envejecida y por tanto afectada por los esfuerzos de una larga carrera profesional.
A pesar del debate sobre los rangos de fiabilidad de los test para detectar personas inmunizadas, pocas son las alternativas a esta opción, salvo sencillamente no hacer nada. La vuelta al trabajo presencial se debe realizar sobre la base de conocer el estado inmunológico de quienes vuelven.
Las personas que no puedan realizar sus labores u otras sustitutorias por necesidades de conciliación, han de verse cubiertas con permisos retribuidos no recuperables durante todo el periodo que necesiten. Previsiblemente durante varios meses los centros educativos van a estar cerrados, las abuelas/os en confinamiento preferente, las comunicaciones limitadas, y los servicios de cuidado de menores o mayores muy mermados. A los compañeros/as en estas circunstancias no se les debe exigir cargar a sus espaldas esta situación de fuerza mayor.
La situación del teletrabajo es francamente decepcionante. A pesar de haberse duplicado los equipos disponibles, hasta aproximadamente 150, esto es muy escaso para hacer frente a la actividad técnico-administrativa necesaria para la vuelta a la actividad. La debilidad de los medios y las infraestructuras disponibles debe ser resuelta lo antes posible. No solo para permitir la conciliación y aumentar la seguridad sanitaria durante la reactivación, sino para estar preparados ante nuevas oleadas del virus. Se necesitan como mínimo el doble de puestos en teletrabajo, aunque en nuestra opinión lo óptimo sería contar con al menos 500. Sin olvidar la necesaria capacidad tecnológica de comunicaciones y el soporte técnico que les puedan dar servicio.
En estos sentidos no vemos que la Dirección esté evaluando adecuadamente la situación.
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