En 1985 se calculaba la pensión en base a los últimos 2 años cotizados. En 1996, sobre 15. En 2027, con la firma de CCOO y UGT, sobre 25. Con esta última “reforma” las pensiones máximas van a bajar más de un 15 %.
En paralelo, el acceso a la pensión máxima se hace cada vez más cuesta arriba. De 15 años se pasó a 35, de 35 a 38,5… Y cuando se alcanza, el descenso de nivel adquisitivo es cada vez mayor. Como todos vemos y vivimos, la tensión que empuja a muchas personas a seguir trabajando o a contratar planes de pensiones privados es cada vez más fuerte, provocada por la caída de una remuneración digna.
Esta vez se ha cruzado otra barrera, la de los 65 años, que permanecía intocable desde hacía mucho tiempo. Suma y sigue el retroceso de la reforma laboral impuesta el otoño pasado y el recorte de nuestros salarios.
El panorama es desalentador. Un ejército de jóvenes sin trabajo, muchos de ellos titulados que van a tenerse que ir a Alemania, una marea de prejubilados en sector financiero, una gran masa de parados de larga duración en la industria y la construcción, y muchos mayores obligados a seguir trabajando.
¿Han hecho bien CCOO y UGT en negociar para suavizar el golpe? Una pregunta demasiado fácil de responder así planteada. Primero habría que contestar si en 2009 ya debería haberse hecho una huelga general.
Todo apuntaba a que se iba a hacer una movilización esta semana, precisamente para poner freno a la contrarreforma de pensiones. Han preferido negociar en base a los réditos que se les dieron el 29 de Septiembre. Los medios de comunicación han alabado su “responsabilidad” y su “flexibilidad”.
Esto puede entenderse desde el punto de vista de UGT, que al fin y al cabo no va a debilitar aun más a un Presidente del PSOE quemado en vísperas de las elecciones, ¿pero qué gana CCOO?
Visto en perspectiva, CCOO y UGT se han dejado meter en la ratonera, hasta no tener más remedio que comerse el queso. NO deberían haber firmado el acuerdo, sino que debieran haber liderado una oposición popular y mantenida. Ahora los trabajadores/as no sólo estamos con menos derechos y retribuciones, sino divididos y sin confianza en nuestros representantes más poderosos.
EPS contribuirá a la reconstrucción del movimiento sindical y de progreso, pues es precisa una catarsis profunda antes de ser capaces de recuperar y mejorar nuestros derechos laborales y sociales.
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